Elvis Martínez Tomás, una mujer de 54 años, originaria de la ciudad de Michoacán. Fue una niña que desde temprana edad perdió a su padre, creció en una vida de carencia, violencia física con el padrastro que su mamá eligió, tenía que trabajar desde esta edad para tener que comer; lo malo es que su paga después de trabajar en un mercado consistía en las sobras de lo que quedaba del pollo (pellejos), por obvias razones no pudo asistir a la escuela, algo que ella anhelaba mucho. Al cumplir los 12 años, decide irse a otro lugar a trabajar, a un poblado llamado Villa Victoria con la esperanza de tener una mejor calidad de vida; sin embargo, al ser tan vulnerable y de escasos recursos fue presa de malas pagas, en esta ocasión su pago consistía en que tenía un lugar donde dormir y comer, lo que implicó no tener dinero propio. Ahí, a los 14 años conoce a su actual esposo y al año decide casarse con él, parecía que todo comenzaba a mejorar para ella, sin embargo, la familia de él no la aceptó porque ella sería quien les vendría a quitar el derecho que tenían de ser mantenidos por su esposo, lo que ocasionó que cuando él no estaba no la apoyaban, y por el contrario le pegaban, le quitaban su dinero y la humillaban. Cuando nació su primer hija, estaba completamente sola aún siendo una cesárea. A sus quince años ella ya tenía una hija y no había alguien que le dijera qué hacer, cómo hacerlo o cómo sobrevivir. Una vez que logran separarse de la familia de su esposo y vivir de forma independiente, tuvo muchas situaciones difíciles dentro de las que su esposo tuvo un accidente y ella debía hacerse cargo de los gastos, cuidarlo, pagar escuela. Adicional a ello, su hijo de en medio sufría de constantes ataques de ansiedad, derrames de sangre, etc. lo que la llevó a trabajar haciendo labores domésticas, y en casa sólo estaba el fin de semana. Jamás rindiéndose ante las adversidades, donde no tenía apoyo ni de familiares de ella, ni de sus cuñad@s y mucho menos de algún vecino, ella siempre encontraba la forma de resolver las situaciones, jamás se dijo “no puedo”. Podía mover una montaña, pero jamás abandonaba o se rendía.

Aun ella trabajando, con situaciones no tan fáciles y con hijos ella decidió cumplir uno de sus sueños más anhelados, estudiar, trabajando en una casa como señora de servicio por las noches habría su libro para cumplir su más ferviente deseo de terminar su primaria, y lo logró, una vez que dijo “ya logré esto” se fue con su secundaría, al regreso a su casa el fin de semana se daba su tiempo de jugar con sus hijos. Y siempre viendo la forma de festejarles cada ciclo escolar que lograban terminar. Y hoy en día está dispuesta a ir por su nivel prepa. Cuando crecen sus hij@s ella se siente que ya no hay nada más que hacer de su vida, que su tiempo y propósito se cumplió y que no había nada más que hacer, no obstante, aparece en su vida un proceso de transformación que le hace despertar esa magia y ganas de hacer muchas cosas, a partir de ahí, vive cada día al máximo, dispuesta a seguir evolucionando con cada taller, curso, conferencia que se le presente y siente una gran emoción a sus 54 años de saber que ella puede ser un agente de cambio de tantas personas que piensan como ella en su momento “Fue lo que me tocó vivir” “Hasta aquí y no hay más”. Así que esta historia de inspiración no puede quedarse sin ser plasmada y ser fuente de inspiración para quienes sienten que su vida ha terminado después de que sus hij@s ya no están. Su lema es “Quiero seguir creciendo como persona y ayudar a que otros dejen de vivir como yo vivía sin sueños ni ilusiones”.

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