Este mes de noviembre, en México, celebramos el día de muertos. Cada quien en su tradición familiar o sentir personal interpreta y manifiesta la conmemoración de nuestros difuntos.
La muerte es natural al ciclo de existencia, pero hablar de nuestra propia muerte y la de nuestros seres queridos, no es agradable ni fácil. Por el contrario, pareciera de mal gusto, rechazamos la propia naturaleza de la vida “no hables de cosas feas” decimos.
Por el contrario, explorar los miedos a nuestra propia muerte y la de otros nos ayuda a bien vivir la vida y en su momento a acompañar a otros en el proceso de consciencia de morir que es INEVITABLE. Puedo hablar desde mi propia experiencia. Hace poco más de un año, mi amada madre falleció. Como maestra de yoga he tenido la oportunidad de explorar la muerte como una transición de nuestra alma, en esta consciencia decidí vivir la tan triste y difícil agonía de mi Mamá. En yoga, sabemos qué nuestro último aliento y pensamiento son determinantes para proyectar al alma a planos más elevados que nos permiten tener una muerte liberada.
¿Liberada de qué? En principio de nuestro miedo a lo desconocido (muerte), relaciones no resueltas, apegos por las intenciones incumplidas o las acciones incompletas.
Mi madre, reconoció que sus fuerzas ya se agotaban “Todo se acaba” me dijo. Entonces intenté aun dentro de ese profundo dolor personal, darle ánimo a seguir el camino de luz, sabiendo que recibiría la ayuda, para su transición, de los seres que están al servicio de la evolución de nuestra alma. En Yoga se manejan siete chakras. El séptimo chakra, Sahasrara (el Loto de los mil pétalos) está ubicado en la coronilla, es el más sutil de todos. Cuando nacemos el alma entra al cuerpo por este chakra, cuándo morimos debemos guiar conscientemente a nuestra alma a salir por él.
Esto se lo hice saber a ella, sin tanta explicación solo le toqué su cabeza y le dije “Mamá sal por aquí y sigue la luz” Cuando ella finalmente murió, me toco hacer el trámite para el acta de defunción y ver su cuerpo. Creo que me hizo caso, su mirada estaba hacia al tope de su cabeza. El proceso de muerte, es gradual para fundirse y disolvernos para regresar a nuestro verdadero hogar, es un periodo de transición, en el que no debiéramos distraer con nuestro dolor y caos a quien está atravesando por esta transición. Lo común es que nuestro ego se aferre a la vida. Por eso siempre que podamos debemos reflexionar:
¿Pará qué vinimos a la tierra, en este cuerpo, tiempo y país en particular? ¿Qué has hecho aquí? ¿Realizaste tu propósito y destino en esta vida? ¿Cómo disfrutaste y procuraste a los que amas? En mi caso tuve el privilegio de servir a mi Mamá y quererla sabiendo que cada día era un presente, reconcilie lo que era necesario, la llene de besos, cuide de ella. Vivir con servicio y amor hacia los que amamos aun cuando las circunstancias sean difíciles y tengamos que renunciar (temporalmente) a nuestra zona de comodidad. El yoga me ha enseñado, a vivir el aquí y ahora lo mejor posible, que solo nuestra alma es inmortal, cuida de ella antes que todo, que tu presencia enriquezca a los que te rodean. Que tu vida se una luz para ti mismo, e inspire tu entono.
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