En el transcurso de nuestras vidas, nos encontramos con innumerables personas que dejan huellas imborrables en nuestro corazón. Amigos, familiares y amores pasajeros entran y salen de nuestras vidas, formando conexiones que muchas veces subestimamos.

A menudo, damos por sentado que habrá un “próximo encuentro” o “próxima vez” para expresar nuestros sentimientos y despedirnos adecuadamente. Sin embargo, el destino puede ser caprichoso y enseñarnos la lección de que nunca sabemos si será la última vez que veamos a un ser querido. Por esta razón, es crucial abrazar la importancia de decir adiós amorosamente y con gratitud en cada despedida. El ritmo frenético de la vida moderna y las distracciones constantes pueden nublar nuestra percepción sobre la fragilidad de los momentos. Cuando nos aferramos a la creencia de que siempre habrá una próxima oportunidad para expresar nuestros sentimientos, corremos el riesgo de perder la perspectiva de la realidad. La realidad es que cada encuentro podría ser el último, y si no aprovechamos la ocasión para decir adiós con amor y aprecio, podríamos quedarnos con un profundo remordimiento. La imprevisibilidad de la vida nos ha enseñado repetidamente que no podemos dar por sentado las relaciones que tenemos. Al paso del tiempo, las decisiones que tomamos y las circunstancias cambiantes pueden separarnos de aquellos a quienes apreciamos profundamente. Ya sea un amigo de la infancia, un miembro de la familia que vive lejos o un amor que pensamos que sería eterno, nunca podemos estar seguros de cuándo será la última vez que los veamos.

En mi caso lo comprendí a la edad de 18 años, pues en ese momento me marché de mi hogar familiar para mudarme a una ciudad donde estudiaría la universidad. En aquellos tiempos mi mayor temor era regresar a casa y ya no encontrar a alguno de mis hermanos, de mis sobrinos o a cualquiera de mis padres; aunque claro, también estaba la posibilidad de que el que no regresara fuera yo. En situaciones como estas, es cuando temer no es malo y sirve como autoregulador para ser una mejor persona.

La experiencia de perder a alguien sin haber tenido la oportunidad de decir adiós de manera adecuada puede ser abrumadora y dolorosa. Los sentimientos de arrepentimiento y tristeza pueden perseguirnos durante mucho tiempo. Por otro lado, cuando nos tomamos el tiempo para expresar nuestros sentimientos y despedirnos con amor, creamos un cierre emocional que nos ayuda a sobrellevar las separaciones con mayor serenidad. En menos de una década perdí a mis abuelos, hace algunos meses al cierre del 2022 a mi único hermano varón, y en agosto de 2023 muy recientemente a uno de mis más grandes amigos. Debo reconocer que no recuerdo ese último momento en que me estreché la mano con ellos, en el que nos miramos a los ojos, en el que nos abrazamos fuertemente y nos dijimos adiós, te amo. ¿Me gustaría regresar a ese momento para despedirme bien de ellos? Creo que sí, pero sobre todo para recordar ese momento que hoy por más que busco en mi memoria, no lo encuentro. Lo único que me deja tranquilo y en paz es que siempre he sido una persona que no se guarda nada expresando lo que siente y que le gusta cerrar cada encuentro asegurándome de transmitir todo mi cariño a la persona con quien convivo. Créeme, si el amor es uno de los mejores alimentos para el alma, entonces al despedirte con amor en cada ocasión por más simple que parezca, siempre será una manera de amarrar lazos espirituales con los seres increíbles que llegan y se van de tu vida. Trata entonces con cariño a todo mundo, pero también siempre deja las cosas en paz con cada uno en cada ocasión. Creo que este es el mejor consejo que yo pudiera darte para que tengas una vida llena de felicidad y libre de remordimientos. En última instancia, cada encuentro con un ser querido es una oportunidad preciosa para transmitir amor, aprecio y gratitud. Decir adiós amorosamente no sólo honra la relación que compartimos, sino que también nos permite abrazar el presente con plenitud y consciencia. A medida que aprendemos a valorar cada encuentro como una bendición única, cultivamos relaciones más profundas y significativas. No lo olvides, la vida es efímera y llena de incertidumbres. Nunca podemos estar seguros de cuándo será la última vez que veamos a un ser querido. Cada adiós es una oportunidad para expresar nuestros sentimientos, valorar el tiempo que hemos compartido y honrar al destino que unió nuestros caminos con personas maravillosas que dejan huella en tu vida. Por lo mismo, hoy te digo: gracias por leer lo que he escrito desde mi corazón para ti, y todo lo bueno y hermoso que yo deseo de la vida para mi, lo deseo también para ti.

Soy Juan Carlos Martínez, encuéntrame en: https://www.facebook.com/juancarlosmlanda

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