Cuando me fui de casa de mis padres no sólo soporté el bullying de la gente de la ciudad sino también, las críticas de las personas cercanas que me condujeron hacia un camino donde encontré una herida perfecta para excusarme. Esta fue la herida de la culpa, me conté el cuento de que merecía todo lo malo por haber actuado de esa manera.

Desperdicié valioso tiempo en escuchar lo que los demás pensaban de mí, traté de encajar, aprendiendo a hablar “correctamente” y me compré la idea de que mi voz era fea incapaz de comunicar algo bueno y positivo.

Traté de agradar a los demás sin éxito, dejé de lado mis sueños y me convertí en una especie de humano moribundo, inconforme, pero sin hacer nada para salvarlo.

No recuerdo cuantas heridas de la infancia me ha tocado sanar y si realmente las he sanado, lo que si quiero compartirte es lo siguiente:

Recuerdo que, cuando era una adolescente, me criticaban por todo, cómo hablaba, cómo me comportaba, hasta me criticaban por ser flaca, entonces no me gustaba mirarme al espejo porque validaba toda esa basura que salía de la boca de alguien más.

Un día me miré al espejo y le dije “si no me vas a decir nada bueno mejor desaparece de mi vista” y ¡oh sorpresa! Fue como quitarme una venda de los ojos que no me permitía ver a la persona que tenia delante mí. Cómo no me bajaban de flaca y fea decidí ponerme unos tapones en los oídos, cambié mi forma de vestir, dejé de usar la ropa holgada con la que escondía mis huesos, los sustituí por ropa entallada con escotes y hasta llegué a usar solo tops. De esa manera mi autoestima fue mejorando poco a poco

Hoy me doy cuenta de que la crítica parece competencia, la gente está muy entusiasmada y enfocada en lo que hacen o dicen los demás, date cuenta, si alguien hace una crítica destructiva contra quien sea, se agranda rápidamente con las opiniones colectivas.

Anótalo bien, la próxima vez que critiques a las personas, hazte un reseteo y se honesto contigo, escucha esa voz, pero la voz que te dice la verdad sobre tus limitantes, date cuenta si estas hablando de alguien más o de ti mismo. Tú no sabes lo que tus palabras le pueden afectar a otra persona, no sabes lo que está pasando, no conoces sus temores y sus dolores, se necesita mucho trabajo de crecimiento personal para llegar a la cima de la empatía.

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Por: Rosi Nieto