Abril es el mes para festejar a las niñas y niños; sanemos las heridas de tu niño interior.

Apr 2, 2023

¿Sabías que la celebración del día del niño en México, tuvo su origen en el año de 1916, en la ciudad de Tantoyuca, Veracruz? Sin embargo, fue hasta el 30 de abril de 1924 que se hizo oficial dicha fecha para su celebración; siendo presidente de la República el general Álvaro Obregón y Ministro de Educación Pública el licenciado José Vasconcelos.

Cuando hablamos de la niñez, la mayoría de los adultos tenemos diversos recuerdos de esta etapa, algunos divertidos y alegres, otros tristes o de preocupación, dolorosos y frustrantes, incluso de confusión, en los que no entendimos nada de lo que sucedió.

Para la terapia Gestalt, el concepto de “el niño interior” nos refiere a la estructura psicológica más vulnerable y sensible de nuestro “yo”, la cual se forma fundamentalmente a partir de las experiencias que tenemos durante los primeros años de la infancia.

En la infancia surgen y se albergan muchas de las heridas que tendrán un impacto emocional en la edad adulta. Por ende, es necesario emplear la gestión emocional, esta es una herramienta que nos permitirá regularnos en los momentos de estrés, enojo, frustración, pérdida, rabia o de tristeza. Para que el aprendizaje de la gestión de las emociones se active de forma sana, es fundamental que las necesidades básicas y emocionales del niño o la niña hayan sido atendidas de manera correcta y equilibrada, por una figura cuidadora. En muchas ocasiones esto no es posible y es entonces cuando surgen las heridas del niño.

Lise Bourbeau, en su libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo”, menciona que esas heridas se producen en la relación con la madre, el padre y el entorno familiar y social. Cada ser humano puede poseer y manifestar dentro de su energía vital esas cinco heridas. En ocasiones, dichas heridas pueden presentarse de manera marcada o ser sutilmente visibles.

Personalmente me parece que Bourbeau, realiza esta clasificación de una forma muy acertada y resumida. Aquí se las presento en orden cronológico, es decir, según van apareciendo en el transcurso de la vida, añadiendo las máscaras que surgen a modo de protección de cada una de las heridas.

El rechazo es una herida muy profunda, quien la sufre, se siente rechazado en su interior y en su derecho a existir; incluso llegan a considerar que sus emociones o vivencias no le importan a nadie. La defensa o máscara que activará la persona con esta herida, será la de portarse de manera retraída o huidiza, pretendiendo no captar demasiado la atención; no suele sentirse merecedora de cariño y cuando esta persona es elegida por otra, tiende a mostrarse apartada; sin embargo, cuando no la eligen se siente rechazada.

La herida del abandono surge a raíz de sentir la carencia de muestras de afecto, no es lo suficientemente importante para que le atiendan y la soledad se convierte en su peor enemigo. Expresa un carácter con rasgos de víctima, con dificultad para tomar decisiones y para aceptar un “no”. Necesita atención y apoyo; es emocionalmente inestable y de llanto fácil. En realidad, va buscando la independencia para poder sanar el abandono. La máscara que protegerá a esta persona cuando se sienta abandonada o susceptible de serlo, será la dependencia.

La herida de la humillación tiene que ver con la carencia de libertad y la sensación de humillación debido al control del progenitor. El mensaje que se le da es de “no vales nada, no te lo mereces”, son personas que les cuesta valorarse y tienden a la autodestrucción. Esta herida puede originarse a raíz de progenitores que se han avergonzado de algún comportamiento del niño o la niña, y han censurado esa acción mediante la humillación.

La herida de traición surge a raíz de la pérdida de confianza o expectativas no satisfechas en la conexión con el amor o la sexualidad. El o la infante sintió traición por el padre de sexo opuesto, cada vez que este no mantenía su palabra o promesa, o cuando no cumplía sus expectativas de “padre ideal”. También tiene que ver con la manipulación sufrida; la niña o el niño suelen ser seducidos por los padres, que generalmente están centrados en ellos mismos, el infante cree que es necesitado por sus progenitores, por lo que desea hacer todo lo posible para que estos se encuentren bien. La máscara de la persona con la herida de traición es el control. Usa este mecanismo de defensa para asegurarse de que mantendrá sus compromisos, para ser fiel y responsable o para garantizar que los demás actúen igual. Quieren mostrar al mundo que son gente de confianza, con palabra, fuertes e importantes. Los controladores tienen fuertes personalidades, son líderes en potencia, piensan que tienen la razón, son personas que intentarán convencerte, y probablemente lo conseguirán.

La herida de injusticia se da al no poder integrar la individualidad, y también cuando no podemos expresar quiénes somos. La persona con esta herida, sufre la injusticia ejercida principalmente por parte del progenitor que se muestra frío, severo y crítico. La máscara que usará es la de la rigidez. Esta persona mantiene un carácter perfeccionista y envidioso. Actúa para destacar, ser perfecta, dinámica y optimista; presenta dificultad para pedir y recibir ayuda, es alguien que no admite tener problemas; además tiende a exigirse y controlarse mucho; le gusta el orden y rara vez se enferma; se muestra como una persona fría, a quien le cuesta mostrar afecto. También caracterizada por su apariencia sensual.

¿Y ahora cómo sanamos al niño interior? Sanar es un proceso que requiere de trabajo interno. Primero hay que hacernos conscientes de la o las heridas que tenemos, así es como empezamos a curarlas. Siente esa herida y siente compasión, aceptación hacia ti; acéptate tal como eres en el nivel físico-emocional-mental, ámate profundamente, reconoce a tu niño herido, y así entrégate a lo Divino dentro de ti, para que desde allí fluya la luz y el amor incondicional. Mantén tu consciencia enfocada en lo profundo de tu ser, y si requieres de un acompañamiento recuerda que habemos diverso terapeutas, psicólogos y psiquiatras que te apoyaremos en este proceso de sanación.

Angélica Ostoa Montes

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