Para La llegada del otoño nos recuerda que la vida es una serie de ciclos: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos y en este transitar los seres humanos sabemos que la única constante en la vida es el cambio, y uno de los cambios más importantes en la vida llega cuando nos enfrentamos a la pérdida de un ser querido. La muerte en esta vida es lo único seguro que tenemos y sabemos que sucederá en algún momento, por lo que hay que disfrutar día a día de la vida que nos es concedida. En México en el mes de noviembre tenemos toda una cultura ancestral del culto a la muerte, en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor. Los días 1 y 2 de noviembre nos reunimos a celebrar y recordar con especial énfasis a todos los que ya se fueron físicamente de este plano y los recordamos con afecto; de tal forma que nos preparamos para celebrar a nuestros muertos, en estos días preparamos todo para reconectar con nuestras raíces, con nuestros ancestros, la celebración del día de muertos en una forma en la que año con año hacemos presentes a los que ya partieron. En esta celebración de Día de Muertos, la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En cualquier lugar es común encontrar ofrendas llenas de flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, mole, comida y bebidas que le gustaba al difunto, sí como fotografías y diversos objetos, dedicadas a algún familiar o amigo que ha fallecido; esa es la manera en que seguimos recordando a los seres queridos que han partido de esta vida. Lo más importante en estos rituales es hacer presente esa historia familiar, agradecer y honrar a nuestros ancestros el legado más grande que nos heredaron: la vida. Al escribir llegaron a mi memoria innumerables recuerdos de mi niñez, cuando acompañaba a mis abuelitos maternos a hacer las compras y ayudar a realizar cuidadosamente todos los preparativos para poner la ofrenda, y nos mostraban a los nietos fotos de sus padres y familiares y nos relataban sus historias. Hoy puedo mirar en retrospectiva que el propósito principal era entrelazar los corazones de todos nosotros con nuestros antepasados y construir lazos de amor a través de las generaciones, pues los mayores nos motivaban a conocer a quienes nos precedieron hace décadas o siglos.
Cuando inicié mi proceso terapéutico y después mi formación como terapeuta con las constelaciones familiares me di cuenta que no estamos solos, que en cada persona viven muchos y que nuestra conexión y lugar con las personas que queremos y nos relacionamos, influye grandemente en cómo nos va y en muchas ocasiones tiene influencia en nuestros guiones de vida. Al trabajar con nuestro árbol genealógico tenemos que buscar, investigar, recabar y conservar las historias familiares, así podemos conocer a los hombres y mujeres que nos heredaron su legado. Durante este trabajo con el árbol experimentamos diversas emociones: la alegría de encontrar una fecha perdida, la sorpresa de una vieja fotografía en la que reconocemos nuestras propias facciones, la tristeza de extrañar al ser amado, el impacto de encontrar un nombre que es igual al tuyo, la emoción de leer una antigua carta o de tener en tus manos una reliquia familiar. Todos esos eventos que acompañan a esta noble labor son pequeños hilos que se tejen en un lazo eterno que nunca se romperá, sino que se fortalecerá con el tiempo y unirá a nuestras familias en amor. El conocer nuestra historia familiar nos ayuda a evitar repetir patrones o a estar en lealtad con algunos de nuestros ancestros, y trabajando con las constelaciones podemos también de generar movimientos emocionales, para reubicar personas en lugares distintos, de modo que podamos interiorizar una imagen o unos movimientos de solución que nos permitan caminar hacia el objetivo que tenemos o hacia lo que deseamos. De esta forma pedimos la bendición a los que nos antecedieron para hacer las cosas de forma diferente que nos traiga mas disfrutar, mas gozo y felicidad en nuestras vidas. Aportación de Angélica Ostoa Montes Terapeuta en Constelaciones Familiares
Redes Sociales https://www.instagram.com/angelicaostoamontes/
https://www.facebook.com/terapeutaostoamontes
Contacto: https://wa.me/525518007240
0 Comments